viernes, 9 de mayo de 2014

La verdad sobre las madres


Les diré un secreto: las buenas madres son, en realidad, malas madres. Si no me creen pregunten a (cualquier) su madre: 
  • Mamá ¿alguna vez te arrepentiste de tenerme?
Las sinceras les dirán que sí. Cuando los berrinches, cuando las travesuras, cuando las vergüenzas, cuando los reclamos y maltratos, incluso cuando las enfermedades y las noches en blanco. Claro que las madres nos hemos arrepentido de ser madres, y aún así seguimos y tratamos de hacerlo bien.
  • Mamá ¿alguna vez pensaste en abandonarme?
Muchas veces. Cuando los problemas de pareja, de dinero o personales. Cuando escasea el trabajo, cuando es demasiado, cuando me sentía sola, cuando me dejaron sola. Cuando no podía salir a divertirme, cuando tenía que llegar a casa, cuando no podía comprarme zapatos, ropa, maquillaje. Pensé abandonarte en la cama, en la casa, en el centro comercial, en el mercado, en el taxi. Claro que pensamos en abandonar a nuestros hijos pero no lo hicimos, no nos alejamos ni soltamos esa mano.
  • Mamá ¿siempre me quisiste?
La verdad, no. Al principio sólo te acepté. Después me emocioné. Cuando te tuve en mis brazos me eras extraña, como si alguien que no conozco viniera a vivir con nosotros. Llegaste a ser competencia. Aún más no eras lo que esperaba. Parecías una ratita que come, duerme y caga. ¿Qué es eso? ¿Eso es una hija? Sólo con el tiempo (y dado que no hay reembolso) te comencé a tomar aprecio y después te quise. Ahora sólo puedo resignarme a quererte más de lo que tú algún día llegues a quererme a mí.
  • Mamá ¿siempre has estado conmigo?
No. No estuve cuando tus primeros pasos. No estuve cuando esa cicatriz. No estuve cuando aquel niño te maltrató. No estuve en el festival donde destacaste. Estuve trabajando para que no te falte el alimento que te da la energía de la vida, la ropa que viste tu niñez y la educación que te dará la semilla del aprendizaje. Aún así me disculpo por no estar ahí. Pero estuve ahí cada vez que te decía te quiero, estuve ahí cuando te cepillabas los dientes, cuando no querías comer, cuando te leía para dormir. Sé que no siempre estuve ahí, por eso aprendí a estar, realmente estar ahí, cuando estoy contigo, y porque no siempre estaré contigo.

Celebremos entonces a las malas madres que se esfuerzan cada día por ser mejores (o por lo menos, por no ser descubiertas).

Paula
 

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